sábado, 10 de septiembre de 2011

¿Qué es la evaluación funcional?, Concepto de estado Físico

En que consiste la evaluación funcional?
La evaluación funcional en las diferentes edades es la resultante de la interacción de los elementos biológicos, psicológicos y sociales, constituye probablemente el reflejo más fiel de la integridad del individuo a lo largo del proceso de envejecimiento. La valoración geriátrica integral (VGI) o valoración geriátrica exhaustiva es «un proceso diagnóstico multidimensional e interdisciplinario», diseñado para identificar y cuantificar los problemas físicos, funcionales, psíquicos y sociales que pueda presentar el anciano, con el objeto de desarrollar un plan de tratamiento y seguimiento de dichos problemas, así como la óptima utilización de recursos para afrontarlos. Para el presente número de la revista se realizó una búsqueda de información sobre el tema. Se puso de manifiesto que la fragilidad resulta de la disminución de la capacidad de reserva que lleva a la discapacidad y precipita la institucionalización o muerte. Los principales factores de riesgo de fragilidad serían un compendio de los problemas derivados de alteraciones del equilibrio y marcha por múltiples discapacidades (sistemas sensoriales, respuesta muscular, equilibrio), enfermedades agudas o crónicas (conocidas o no), factores de riesgo en cuanto a abusos (estilos de vida, factores sociales, factores económicos), factores de riesgo en cuanto a desuso (inactividad, inmovilidad, déficits nutricionales). El instrumento fundamental para la valoración de la fragilidad del anciano es la VGI y se deberá efectuar en todos los niveles asistenciales, tanto en pacientes ingresados como en la comunidad.


El envejecimiento es un proceso deletéreo, progresivo, intrínseco y universal que con el tiempo ocurre en todo ser vivo a consecuencia de la interacción de la genética del individuo y su medio ambiente. Podría también definirse como todas las alteraciones que se producen en un organismo con el paso del tiempo y que conducen a pérdidas funcionales y a la muerte.
Es difícil determinar el momento en que este se inicia, algunos autores consideran que se manifiesta a partir del momento de la máxima vitalidad, alrededor de los 30 años en el hombre.



Probablemente, el envejecimiento (al contrario del crecimiento) no es un fenómeno genéticamente programado. En la actualidad el período de vida del ser humano se cuantifica con un máximo de 120 años, cuando los fenómenos intrínsecos del crecimiento y del envejecimiento se desarrollan en un medio adecuado. De no ser así, la duración cronológica de la vida humana se reduce proporcionalmente, aún cuando el espacio biológico sea en todos los individuos el mismo. Se comprende como espacio biológico la totalidad de ciclos completos de actividades celulares o de órganos que un individuo realiza desde que nace hasta que llega a su muerte fisiológica. Cuando se agota sucede la muerte.
Si se quiere hacer del envejecimiento una experiencia positiva, una vida más larga debe ir acompañada de oportunidades continuas de autonomía y salud, productividad y protección.
Las actividades de la vida diaria y la capacidad funcional se desarrollan desde edades tempranas de la vida. Al nacer somos totalmente dependientes y progresivamente andamos, controlamos los esfínteres, aprendemos a comer solos, nos peinamos, por lo que cubrimos las actividades llamadas básicas para la vida y posteriormente desarrollamos las llamadas instrumentadas y complejas.
El desarrollo de la vida, la capacidad funcional y la longevidad deben ir acompañados de una adecuada salud, pues sin esta condición hay, a medida que se envejece, alta probabilidad de acercarse a la dependencia por una limitación no controlada que nos lleve a la discapacidad en cualquier orden. Es por ello que en vistas del avanzado envejecimiento poblacional que estamos enfrentando en estos tiempos en el mundo, en particular en América Latina y muy especialmente en Cuba, la OMS ha propuesto la búsqueda de un envejecimiento activo y saludable, pero para ello nos tenemos que preparar desde edades tempranas y así lograr alcanzar las llamadas edades extremas con buenas condiciones físicas, psíquicas, sociales y funcionales.
La consideración psicosocial del anciano nos lleva a plantear que los cambios propios del proceso de envejecimiento ocurren desde cuatro perspectivas:
- Cambios biológicos: todos los cambios orgánicos que afectan sus capacidades físicas, asociadas a la edad.
- Cambios psíquicos: cambios en el comportamiento, cognición, afectividad, auto percepción, conflictos, valores y creencias.
- Cambios sociales: relacionado con las demandas, necesidades, aportes, en íntima fusión con las redes formales e informales donde se puede valorar la repercusión del adulto mayor en la familia y en su comunidad

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